A lo largo de 60 años, el Programa de Mejoramiento Genético en Trigo del INIA ha sido un actor relevante en el desarrollo.
El ingeniero agrónomo y fitomejorador de dilatada trayectoria realizó una charla magistral sobre mejoramiento genético en trigo en un contexto de sustentabilidad durante su participación en el Seminario de Cultivos Anuales organizado por Revista Campo y Tecnología.
Y para ello comenzó señalando que hoy día los investigadores y genetistas se encuentran inmersos en una serie de desafíos globales, como las alteraciones en los patrones térmicos, reducción en la disponibilidad de agua para riego, patrones y magnitudes de distribución de lluvias atípico, golpes de calor, suelos marginales, efectos de gases invernadero por exceso de fertilización, disminución de suelos agrícolas, incremento de la población mundial, más y nuevas plagas y enfermedades y mercados adversos que dificultan la comercialización.
“Las necesidades de alimentación para una creciente población mundial (para el año 2050 la población mundial será de 9.700 millones de habitantes) demandará una mayor cantidad de proteínas y calorías, principalmente de tres especies: maíz, arroz y trigo. Y de estos cereales, el trigo establecerá el camino para poder alimentar a esta población”, expuso Jobet.
En términos de evolución en la dinámica productiva de trigo en los últimos 25 años – agregó – se puede observar que post pandemia la curva de demanda superó a la de producción. “Según datos de la ODEPA, las estimaciones para la campaña 24/25 dicen que la demanda superará los 800 millones de toneladas de trigo, en tanto la producción no superará los 797 millones de toneladas. El desafío, en consecuencia, es producir más trigo de lo que producíamos hace cinco años”, dijo.
No obstante, recalcó que la tecnología y el desarrollo de la investigación hacen ver que esta ganancia genética para los próximos años no será tan alta, por ende, tendremos que volver a insistir que el mejoramiento genético será fundamental para alcanzar estas cifras de demanda.
Junto con destacar el rol que jugará el fitomejoramiento, recordó que es el proceso de modificación y mejora de las características de los cultivos mediante la manipulación de sus genes. “Por lo tanto, el fitomejoramiento tiene que ser capaz de sacar variedades de plantas con rasgos deseables, como mayor rendimiento, resistencia a enfermedades y plagas, mayor adaptabilidad a los cambios ambientales y con una mayor calidad nutricional para que sea más demandada por la población. De tal manera que, los agricultores sean capaces de adquirir esas nuevas variedades con todas esas nuevas potencialidades y que son necesarias para producir esos alimentos para una seguridad alimentaria y de una manera más sostenible”, dijo Jobet.
Trigo
Considerando la importancia que tiene el trigo para la alimentación de la humanidad, destacó que en Chile este cultivo tiene una importancia estratégica. Es el principal cultivo en términos de superficie sembrada, abarcando del orden de 200 mil hectáreas por temporada y con una amplia distribución geográfica, extendiéndose desde la región Metropolitana hasta Los Lagos. Posee un alto número de explotaciones asociadas, es decir, un alto número de productores tienen al trigo dentro de su sistema de cultivos y su uso se destina principalmente para consumo humano.
Otra cifra importante es que el 63,4% de la superficie sembrada de trigo panadero se concentra en la región de La Araucanía, por lo que sigue siendo el granero de Chile.
En la última temporada (2023-2024), según cifras de ODEPA, se sembraron exactamente 198.097 hectáreas, con un rendimiento de 5,93 ton/ha, lo que – según Jobet – es un muy buen rendimiento considerando las distintas etapas de desarrollo tecnológico existentes a lo largo del país.
En cuanto a producción, señaló que – también con datos de la ODEPA – alcanzó los 1,063 millones de toneladas, lo que cubre el 48,3% de la demanda interna de trigo pan. “Esto significa que más del 50% del trigo que necesitamos deber ser importado de otros países”, comentó.
Otra cifra dura que compartió es que el consumo promedio anual de trigo en nuestro país alcanza los 140 kg por persona. En tanto, el consumo promedio anual de pan alcanza los 94 kg por persona, siendo uno de los países con los mayores consumos de productos derivados de trigo de América y del mundo, lo que explica que del total de trigo panadero producido e importado se destina a consumo de la población.
Rol del INIA
A partir de esta importancia, Jobet destacó el rol que ha jugado el INIA gracias al desarrollo desde hace 60 años del Programa de Mejoramiento Genético en Trigo, el cual desde sus inicios ha tenido como misión crear variedades mejoradas de trigo invernal, alternativos y primaverales destinadas a la agricultura nacional y regional.
“Gracias a un círculo virtuoso, nuestro trabajo se orienta desde un ámbito genético pero incorporando dos aspectos muy relevantes como es el ambiente y el manejo tecnológico para que las variedades de trigo desarrolladas puedan expresar todas aquellas bondades que buscamos”, señaló.
Jobet destacó también los desafíos que tiene el PMG en Trigo del INIA, entre los que destacan el desarrollo de trigos: más rústicos para ambientes más pobres, más eficientes en la absorción de nitrógeno y fósforo, más sanos genéticamente, con tolerancia a estrés hídrico, calidad diferenciada (> demanda industria) y, muy especialmente, más productivos o rendidores. Todo lo anterior en un contexto más sustentable y sostenible de los sistemas productivos agrícolas.
Entre aquellas variedades más eficientes en la absorción de Nitrógeno destacó la saga de variedades Kiron INIA, Chevignon, Monarka INIA y Karnaval INIA. Y sobre aquellas más eficientes en cuanto al recurso hídrico destacó la variedad Anken INIA, desarrollada por un equipo de investigadores de INIA Quilamapu.
Como el tercer eje estratégico de desarrollo genético destacó la implementación de una plataforma de mejoramiento molecular que permita identificar fuentes de resistencia efectiva a las principales enfermedades que afectan al trigo, especialmente a roya estriada (Puccinia striiformis), enfermedad endémica en la zona sur de alta prevalencia, de modo de propender a variedades con mayor resistencia genética para que no dependan tanto del uso de fungicidas.
Y considerando el criterio de calidad que demanda la industria, el PMG en Trigo de INIA se ha enfocado en el desarrollo de variedades con altos contenidos de proteína, un atributo asociado a todas las mediciones de calidad que realiza hoy día la industria molinera (Relación P/L y % Gluten Húmedo).
Por último, otros atributos como el de mayor productividad lo ejemplificó con la variedad Monarka INIA, una variedad lanzada hace poco tiempo y con la cual se elaboró un circuito comercial, es decir, establecer siembras semi comerciales entre cuatro agricultores para determinar fehacientemente que esta variedad tiene buenos resultados en superficies mayores.
Los resultados de esos “ensayos” fueron los siguientes: Patricio Avilés, Fundo Auquinco, La Unión, 137 qq/ha; José Quintas, Fundo Maile, Radal, 146 qq/ha; Elena Fitzner, Fundo Arauco, Teodoro Schmidt, 156 qq/ha; y Cristopher Jequier, Fundo Agua Buena, Collipulli, 163 qq/ha (con riego). Esta última marca, dijo, se ubicó sólo a 15 qq/ha del récord mundial en producción de trigo.
En este sentido, Jobet destacó que el PMG en Trigo de INIA ha llevado también otras variedades a otro segmento de productores, no sólo grandes productores, sino también a otros de distintos sistemas tecnológicos presentes en nuestro país.