Un estudio que analiza los beneficios sobre dos líneas de cáncer de mama ha descubierto propiedades antioxidantes y anticancerígenas de variedades de pulpa coloreada, especialmente las moradas. Estos hallazgos no solo reposicionan a la papa como un superalimento, sino que también refuerzan su valor nutricional y su importancia en la biodiversidad y la economía local.

Durante años, la papa ha sido catalogada como un alimento poco saludable, una chapa injusta, por decir lo menos, para la Dra. Anita Behn, ingeniera agrónoma, Dra. en Ciencias Agrarias y docente del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile. Muy por el contrario, esta apasionada mujer es una convencida que la papa puede llegar a salvar al mundo, poniendo en relieve el valor nutricional de este alimento que bien podría ser catalogado un superalimento.
Si bien, la mala fama proviene de su uso en preparaciones fritas o altamente procesadas, investigaciones han demostrado que algunas variedades nativas poseen altos niveles de antioxidantes, como las antocianinas, que bien podrían convertirse en un aliado para el tratamiento de algunas enfermedades, como el cáncer de mamas.
“Sabemos que la mejor respuesta está correlacionado con el contenido de antocianos, un pigmento natural con propiedades antioxidantes; esto quiere decir que las papas más moradas y las más rosadas, tienen un efecto mayor que las papas blancas o amarillas”, destaca la investigadora.
El proyecto Papas Plus, en el que trabajo junto a otros investigadores como la Dra. Pamela Ehrenfeld, Dra. Angara Zambrano y Dr. Alejandro Jerez, todos de la UACh, ha evidenciado que los extractos de papas moradas pueden matar células cancerígenas sin afectar las células sanas. Aunque estos resultados son prometedores, la investigadora destaca la necesidad de evaluar ahora cómo estos efectos pueden trasladarse al consumo de seres vivos.
Un patrimonio genético con impacto social y económico
Las papas nativas de Chiloé, o simplemente papas chilotas, no solo son valiosas desde el punto de vista nutricional, sino que también representan un importante recurso genético. En su diversidad se encuentran resistencias a diversas plagas y enfermedades, lo que podría contribuir a la sostenibilidad agrícola comercial de este cultivo que es de relevancia económica en buena parte de la zona sur del país, y en el mundo.
“Conservar y fomentar su cultivo en la región no solo protege la biodiversidad, ya que ellos sirven como reservorio para encontrar la cura de muchas de las actuales y futuras plagas y enfermedades, sino que también impulsa la economía local y fortalece la identidad cultural de las comunidades chilotas”, dice la Dra. Behn que además hoy es la curadora o conservadora “ex situ” del Banco de Germosplama de Papas de la UACh y que fuera uno de los principales legados del profesor Andrés Contreras, que en la década de los 80 realizara unos viajes con tintes darwinescos por buena parte del país buscando rescatar variedades especialmente en la isla de Chiloé, reconocida como subcentro de origen de la papa.

En este contexto, la Dra. Behn encabeza en Chile un interesante proyecto del Centro Internacional de la Papa que involucra 3 países, Perú, Chile y Bolivia denominado “Juventud, Ciencia Ciudadana y Comercio Electrónico: Ampliar las soluciones integradas de conservación y los derechos de los agricultores conectando puntos claves de diversidad”, el cual financiado por la FAO y ejecutado en Chile por UACh, buscar la conservación in situ de la biodiversidad, así como rescatar y promover el consumo de papas nativas.
Sobre este proyecto, señala “no sólo estamos promoviendo la transferencia tecnológica en torno al cultivo, sino también rescatando su conservación para las futuras generaciones, creando valor desde lo patrimonial y nutricional. Además, junto a la Delegación Presidencial en Chiloé, se trabaja en la creación de un sello distintivo “papa chilota” que permita a las productoras locales acceder a mercados especializados que valoren su calidad y origen”.
La investigadora enfatiza que hay muchos desafíos por abordar a partir de esta iniciativa, como es la promoción de mayores niveles de asociatividad entre los pequeños productores, pero también sobre desmitificar la idea que la papa es un alimento poco saludable, misión en la que la Asociación Chilena de la Papa (Achipa) podría jugar un papel clave.
“La Achipa es un organismo que reúne a todos los eslabones de la cadena productiva. Promover el consumo consciente de la papa y educar sobre sus beneficios es esencial para cambiar la percepción errada que existe actualmente. Debemos informar a los consumidores sobre su aptitud culinaria y las mejores formas de comer papa para preservar sus propiedades”, dice.
Y agrega: “en países europeos, el conocimiento sobre las variedades de papa y sus usos culinarios está mucho más extendido, lo que contribuye a un consumo más diversificado y valorado. En Chile, potenciar este conocimiento podría no solo mejorar la alimentación de la población, sino también fortalecer el mercado de las papas convencionales y las nativas”.
El estudio de la papa nativa como superalimento es solo una parte de un esfuerzo más amplio por revalorizar la agricultura local y sus recursos genéticos. Iniciativas como “Juventud, Ciencia Ciudadana y Comercio Electrónico” buscan conectar la investigación con los derechos de los agricultores y las soluciones de conservación.
En definitiva, la papa nativa de Chiloé no solo es un alimento de alto valor nutricional, sino también patrimonial, siendo un símbolo de identidad y desarrollo sostenible. Su potencial para contribuir a una alimentación más saludable y su impacto en la lucha contra el cáncer la posicionan como un verdadero superalimento.
Fuente: Revista Achipa, edición marzo 2025.