El ingeniero agrónomo José Astudillo, abordó algunos de los aspectos cruciales en el manejo agronómico del cultivo raps. Con el propósito de exponer algunas reflexiones sobre la mejor manera de aumentar los rendimientos en esta oleaginosa que, al igual que todos los cultivos anuales, ha ido registrando un aumento en los rendimientos durante los últimos años para transformarse en uno altamente rentable a partir de los 45 qq/ha, don José realizó una completa presentación sobre este llamativo cultivo que se extiende desde las regiones de Ñuble a Los Lagos.
Astudillo recordó que desde el año 1977 trabaja en raps, época en que los rendimientos con variedades tradicionales apenas oscilaban entre los 12 a 20 qq/ha. Este cultivo llegó a tener la más alta superficie sembrada a nivel nacional la temporada 1965-1966, con un total de 81.000 hectáreas, siendo por ese entonces la principal materia prima para la elaboración de aceite comestible y del subproducto afrecho empleado como suplemento proteico en alimentación animal.
A principios de los años ’80 la principal variedad cultivada era Matador, la que si bien se expresa de manera correcta en términos agronómicos, apenas lograba rendimientos de 22 qq/ha. Con el transcurso de la década –agregó– llegaron a nuestro país las primeras variedades híbridas, correspondiéndole trabajar la variedad Spirit y con la cual llegó a rendimientos de 63 qq/ha gracias a que se trataba de una variedad precoz y de fácil adaptación a suelos rojos arcillosos.
Más adelante, llegaron nuevas variedades como Artus y Bilbao, entre otras, cuyo principal atractivo era que requerían 2 kg de semilla por hectárea, a diferencia de Matador o Coronet que se sembraban con dosis de 7 a 8 kg/ha, constituyéndose el mejoramiento genético proveniente de Europa en la base de los altos rendimientos y la rentabilidad del cultivo de raps en Chile.
“Este mejoramiento se basó en alcanzar altos rendimientos, otorgar resistencia a enfermedades, y aumentar la calidad industrial. Y, por lo tanto, la genética ha influido en un mayor índice de cosecha, número de silicuas por planta, número de granos por silicua, mayor peso de los granos y con altos contenidos de materia grasa”, dijo Astudillo.
A lo largo de estos años, destacó los diferentes ensayos efectuados para evaluar la adaptabilidad de esas variedades que se fueron posicionando en el mercado nacional, sumándose más tarde nuevas pruebas de campo liderados por el INIA, universidades y, actualmente, Sofo, a través de los Grupos GTT®, el cual en su última edición (temporada 23-24) arrojó como resultados rendimientos promedio sobre los 60 qq/ha con variedades como Tonos, Mikados y Umberto (todas Kws) y con híbridas resistentes a Euroligthning® en variedades Clearfield rendimientos promedio de 57-58 qq/ha.
Por otra parte, Astudillo precisó que un problema serio de control ha sido la mostaza negra, una maleza perenne, al igual que el rábano, también de difícil control. No obstante, existen alternativas de control para evitar la interferencia en el cultivo y alcanzar los potenciales productivos descritos por cada una de las variedades.
Asimismo, recordó que la base de los rendimientos está determinada por la nutrición del cultivo. Y para ello, el análisis de suelo resulta clave para determinar la nutrición según rendimiento que se quiere lograr. Al igual que algunas recomendaciones para el mejor manejo del cultivo raps y el conjunto de labores para que éste exprese todo su potencial productivo, como el número de plantas por m2, balance nutricional, uso de reguladores de crecimiento y control de plagas y enfermedades, las que son de alta incidencia como consecuencia de rotaciones más cortas, destacando entre ellas Leptosphaeria maculans fase sexual, Phoma lingam fase asexual, Sclerotinia y Alternaria y ataques de cuncunillas y pulgones (áfidos).