Los bioinsumos están transformando la manera en que los agricultores manejan sus cultivos, promoviendo prácticas culturales más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, y repercutiendo de manera positiva en la obtención de alimentos con menos aplicaciones de agroquímicos.
Los microorganismos, componentes esenciales de muchos bioinsumos, juegan un rol fundamental en esta transformación, al igual que su almacenamiento en el largo plazo, para garantizar la reproducibilidad del producto o proceso en el cual se están utilizando. No obstante, esta garantía de reproducibilidad y exclusividad requiere de estrategias de protección de la propiedad intelectual, como la solicitud de patentes de invención y el depósito microbiano en una colección de cultivos especializada.
Propiedad intelectual y microorganismos
El depósito de microorganismos en una Autoridad Internacional de Depósito (IDA), como el Banco de Recursos Genéticos Microbianos (BRGM) del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), desempeña un papel fundamental en los trámites de solicitud de patentes de invención que involucren microorganismos en su desarrollo. Este depósito, regulado por el Tratado de Budapest, asegura la conservación del microorganismo en condiciones óptimas por un periodo de 30 años, facilitando su disponibilidad para aplicaciones futuras y garantizando la reproducibilidad del proceso en que se utiliza tal microorganismo (Figura 1).
Una pregunta frecuente en este ámbito plantea si es posible patentar microorganismos en Chile. La respuesta es sí, incluso para microorganismos aislados sin modificaciones genéticas. Para que un microorganismo pueda considerarse una invención es necesario aislarlo de su entorno natural, cultivarlo en medios artificiales, caracterizarlo a nivel molecular o bioquímico y demostrar su utilidad en la solución de un problema técnico.
En el ámbito de las patentes, estas otorgan derechos exclusivos al inventor durante 20 años desde la fecha de presentación, siempre que la invención cumpla con tres requisitos de fondo: novedad (diferenciación del estado del arte), nivel inventivo (una innovación no obvia para un experto en el área) y aplicación industrial (capacidad de resolver un problema técnico). Desde los pioneros como Louis Pasteur, quien en 1873 patentó un proceso basado en levaduras, hasta las aplicaciones modernas en biotecnología, los microorganismos continúan siendo un motor clave para la innovación.
Tratado de Budapest y el reconocimiento internacional del depósito microbiano
Promulgado en Chile en noviembre de 2011, mediante el Decreto 81 del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Tratado de Budapest facilita el reconocimiento internacional del depósito de microorganismos en procedimientos de registro de patentes. Esto permite que un único depósito en una colección de cultivos con estatus de IDA sea equivalente a realizar múltiples depósitos en colecciones de cultivos internacionales, simplificando el proceso de patentamiento en los estados contratantes del Tratado y reduciendo así costos de depósito y logísticos que involucran el envío de los microorganismos a otros países. Además, otorga al depositante garantías de viabilidad y pureza del microorganismo durante los 30 años de depósito, según lo establecido por el Tratado (Figura 2).
En nuestro país, la Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos (CChRGM) del INIA, designada como IDA en 2012 por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), garantiza los estándares técnicos necesarios para el manejo, almacenamiento y conservación de microorganismos, apoyando tanto la investigación como la transferencia tecnológica (Figura 3).
Alternativas al resguardo microbiano sin solicitud de patente
El Banco de Recursos Genéticos Microbianos del INIA también ofrece soluciones a empresas y emprendedores interesados en resguardar sus microorganismos bajo altos estándares de calidad en conservación, sin necesidad de realizar una solicitud de patente. Por ello, la CChRGM dispone de un servicio de depósito de microorganismos bajo la categoría privada, donde el microorganismo se almacena por un periodo de cinco años (renovables cada 5 años) y toda la información asociada permanece bajo estricta confidencialidad. Este servicio está diseñado para microorganismos que no requieren patentamiento, pero cuyos propietarios desean garantizar su preservación segura y confiable, asegurando la integridad del material biológico para su uso futuro en investigación o aplicaciones específicas.
Autor: Jean Franco Castro F., Curador Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos, INIA.